
Cuando su espalda sudaba
esparcía un olor como a fusión de naranjo
a hojas de mamey o a ciruelas verdes.
Sus senos tercamente erectos
dormitaban sobre mi pecho
como golondrinas cansadas
o girasoles de la tardes.
Sus labios tenían la simpleza de la sandía
y el carmesí de ciertas frutas del trópico.
Y sus nalgas ostentaban la exquisitez
esparcía un olor como a fusión de naranjo
a hojas de mamey o a ciruelas verdes.
Sus senos tercamente erectos
dormitaban sobre mi pecho
como golondrinas cansadas
o girasoles de la tardes.
Sus labios tenían la simpleza de la sandía
y el carmesí de ciertas frutas del trópico.
Y sus nalgas ostentaban la exquisitez
de una cena de dioses.
SALOMÓN BORRASCA.
SALOMÓN BORRASCA.
Placer de dioses, digna comida , entrelazados lazos entre tus letras...me pierdo.
ResponderEliminarFantastico.
Palabra y imagine Bellisime felicidaded...
ResponderEliminarMil besos...
Se ha abierto mi apetito. Este es un manjar de dioses que cualquier paladar desearía degustar.
ResponderEliminarSaludo muy colombiano. Invitación a mi Galería
Desde Chile, exquisiteces que antojan.
ResponderEliminarUn placer leer poesía.
Buen finde, Shadow!
cuando el hambre acucia, la imaginación da su bocado de placer
ResponderEliminarLa naturaleza como inspiración para dar al cuerpo de mujer forma...belleza y dulce placer...muchas gracias por compartirnos tanta belleza...besitos muy dulces...
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